jueves, 23 de junio de 2011

El mas grande, lejos.

Desde siempre supe que no me gustaban el queso rallado ni las zanahorias. Tambien tuve claro desde chico que todos nos ibamos a morir mas tarde o mas temprano. Mi viejo me enseño los numeros con su forma tan poco didactica. Y mi abuela me enseño las letras y a leer. Todo esto, antes de que el raton perez me visitara por primera vez. Incluso antes de saber que nunca me iba a gustar ir a la escuela ni estudiar. Pero desde que tengo uso de razon (que no es mucha) que soy hincha de River gracias a ellos. Cada uno se encargo de cuestiones distintas de mi educacion, pero en lo que todos coincidieron es en que yo iba a ser del millonario. Los 2 hicieron todo para que yo sienta orgullo de amar los colores rojo y blanco. Por supuesto, que esta tarea les demando mucho menos esfuerzo que aquellas otras. Yo no vivi los 18 años sin salir campeon, pero ellos si, y aun asi, ahi estaban los 2, viendome crecer con la banda cruzandome el pecho.

Hoy viendo a River en esta situacion, no me sale otra cosa que pensar en ellos.

Siempre que pienso en mi papa, no puedo evitar acordarme la emocion enorme que tuve en el abrazo interminable que nos dimos en la final de la Libertadores del 96 en la Belgrano alta. Creo que fue la unica vez que nos abrazamos sin un cumpleaños o una navidad de por medio. Esa noche teniamos 85.000 tipos alrededor, pero en ese abrazo, juro que estabamos los dos solos, afonicos y felices. Tambien, cuando volvia de la escuela o cuando nos quedabamos trasnochando, nuestro casi exclusivo tema de conversacion eran los goles del Mencho Medina Bello, mi defensa a ultranza del Mono Burgos o su adoracion por el Burrito Ortega. Es imposible olvidar la noche que me desperto gritando el gol de chilena del Enzo contra Polonia.

Mi abuela cumplio 84 años hace dos semanas, y no hubo una sola vez que la viera en mis 31 años de edad y que no me hablara de River. Siempre me dice que estaba contenta o triste de acuerdo al resultado del domingo. No hubo una sola vez que no me mencionara el asco que le dan los bosteros. Fue ella quien me enseño como formaba La Maquina. Ya me conto como cien veces que se hizo hincha de River por los colores, cuando un tipo en su Pergamino natal vendia unas pelotas de ceramica y ella eligio la blanca con la banda roja, porque era la mas linda, lejos. O de cuando juntaba las monedas para comprarse El Grafico o la Solo futbol el lunes, o de como se mordia las rodillas escuchando los partidos por la radio.

Mi viejo no se puede morir otra vez, porque ya se murio hace casi 5 años pero casi seguro que ganas no le faltan.Yo se que hoy esta amargado y con ese malhumor que le agarraba cuando perdiamos el domingo. Hoy me conto mi mama que mi abuela le atendio el telefono llorando porque River habia perdido ayer.

Hasta hoy, no habia entendido el verdadero significado de lo que quiere decir esa remanida frase "La familia riverplatense". El domingo, ya lo decidi, voy a ver el partido con mi abuela, aunque ella piense que es mufa. Seguro que mi viejo tambien va a estar ahi, alentando y puteando en partes iguales, como siempre. Y no importa tanto el resultado, sino que vamos a estar juntos, a nuestra manera, haciendo fuerza.

No soy facil de palabra y mucho menos soy facil en demostrar afecto, cariño o amor. Pero River me dio momentos con la gente que mas quiero en la vida, que nunca me voy a olvidar. Ya no por los campeonatos, sino por esos momentos es que para mi River es el mas grande, lejos. En estos dias tristes, mi corazon late, orgulloso, rojo y blanco.

Ganando la intercontinental, o en la B, siempre se puede ser mas grande. Gracias, Papi. Gracias, Gorda. Gracias, River.

1 comentario:

veroka dijo...

muy bien, muy bueno!